Beguinas, monjas y trobairitz: la mística cortés
El pasado sábado 14 de diciembre tuvimos el placer de asistir al tercer concierto del XLVII Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid. Se celebró en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional, y fue organizado por el Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música (CSIPM). El evento fue planteado bajo el título «Beguinas, monjas y trobairitz: la mística cortés», y se trata de una propuesta llevada a cabo por Demusica Ensemble, un proyecto femenino creado y dirigido por la musicóloga e intérprete Mª Ángeles Zapata. Este grupo pretende, entre otras cosas, dar a conocer la figura de la mujer compositora e intérprete a lo largo de la historia. La propuesta que llevaron al Auditorio rinde homenaje a varias mujeres creadoras de la Edad Media, y fue una puesta en escena de su último trabajo discográfico: Minne. Las intérpretes dividieron el concierto en tres partes: una primera dedicada a Monjas y Místicas, otra en torno a la figura de las Trobairitz y una última sobre las Beguinas. Un aspecto que hay que tener en cuenta es que la música de las obras que se ejecutaron no se escribió para el texto original (salvo las de Hildergard Von Bingen, Herrada de Landsberg y Beatriz de Día), sino que Zapata aplicó la técnica del contrafactum al material literario que escogió, aludiendo que era la práctica habitual en los monasterios de la época. Para ello, se usó música de los principales códices musicales europeos de los siglos XIII y XIV.
Fotografía del Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música de la UAM
Las integrantes del grupo se colocaron sentadas en el escenario formando un semicírculo abierto hacia el público. Además de cantar, tocaron instrumentos de época, como el salterio, el rabel, la flauta, el arpa medieval o las campanas. Para comenzar el concierto interpretaron la antífona Quia ergo de Hildegard Von Bingen en la que intervinieron cinco de las cantantes y la directora tocando el salterio, y cuyo texto alude a la feminidad y a su importancia en la mística. Zapata explicó, además, lo interesante de esta pieza porque representa la dualidad entre la visión de las mujeres santas y las pecadoras. El programa continuó con Herrada de Landsberg y con las dos únicas obras que se conservan de su producción: Primus parens y el conductus a dos voces Sol oritur, pertenecientes al manuscrito Hortus Deliciarum y que son una de las primeras fuentes de la polifonía centroeuropea del s.XII. Para Sol oritur, Zapata estuvo dirigiendo el entramado polifónico que cantaron las seis artistas a la vez. Seguidamente, interpretaron O amor speciosa meridies de Gertrudis de Helfta, para la cual leyeron previamente la letra en español sobre un acompañamiento de arpa y salterio. Este arreglo demostraba la clara voluntad de hacer llegar al público el mensaje de las mujeres a las que rinden homenaje. Para culminar la primera parte del concierto, ejecutaron una pieza de Beatriz de Nazareth de los textos de Siete maneras de amor, una de las primeras en escribir en su lengua vernácula, y de Juliana de Norwich, una monja que vivió reclusa gran parte de su vida y de la cual conservamos Revelaciones del Amor Divino. A pesar de que vivió encerrada, su mensaje siempre fue optimista; tanto es así que la obra a la que el ensemble rindió homenaje fue All shall be well, una interpretación únicamente vocal con la participación de todas las componentes del grupo, y en la que consiguieron un equilibrio dinámico y de texturas que propiciaron la recreación de una obra realmente bella y plagada de buen gusto.
Fotografía del Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música de la UAM
El segundo bloque fue el dedicado a la figura de las Trobairitz, o la versión femenina de los trovadores de la región occitana al sur de Francia. Ellas escribían en su lengua regional y reformularon sus propias reglas del amor cortés. La primera obra elegida para este bloque fue Bels dous amics, de Tibors de Sarenom, en la que Abigail R. Horro aportó un color verdaderamente trovadoresco y brillante con su virtuosístico despliegue técnico del arpa. A continuación, interpretaron A chantar de Beatriz de Día, una de las pocas obras del programa que conserva la música original. Esta pieza trata del despecho y del mal de amores, y la voz grave de Susanna Valdanyan, unida al sonido del rabel de Susana Almazán, consigue reflejar ese sentimiento. Al final de esta pieza, la dinámica sube, y también la densidad tímbrica pues se les une el salterio, coincidiendo con la parte del poema con más resentimiento y dolor, demostrando así una preciosa unión entre la música y el texto.
Finalmente, las artistas dieron paso al tercer bloque del concierto: el dedicado a las Beguinas, que tuvieron un papel capital en el medioevo centroeuropeo debido a que supusieron una ruptura con los preceptos masculinos establecidos en las instituciones católicas del momento. Se musicalizaron diversos poemas de Hadewijch de Amberes en los que canta al amor, minne, que se utiliza en un sentido feminizado (y da nombre al último disco del ensemble). En su interpretación de Ic groete dat ic minne, se reordenó el texto en español, para posteriormente interpretar el original de la mano de cinco de las cantantes acompañadas del arpa en variadas dinámicas y texturas, proporcionando un rico entramado de melodías. A continuación, las músicas ejecutaron Tales animae, un poema de Margarita Porete sobre un hoquetus a dos voces del Códice Bamberg, acompañadas del salterio, y acabaron el programa con Die sele got an fun dingen de Matilde de Magdeburgo, donde la dulce flauta de Nuria Díez fue el centro de atención en las intervenciones que tenía con la melodía vocal. Sin embargo, el público no pudo contener su entusiasmo y el ensemble tuvo que volver al escenario para ejecutar un bis, que, según Zapata, era la obra a S. Pedro y Pablo de Casia de Constantinopla. Para ello, las seis intérpretes se colocaron en un círculo cerrado de espaldas al público y nos presentaron una obra plagada de melismas con distintas intervenciones entre solistas y coro, aunque mayoritariamente homorrítmica. Las voces sugerían unas armonías tremendamente interesantes y pudimos apreciar el alto grado de sincronización entre las integrantes de Demusica Ensemble, cuyo momento final culminó en unos agudos grupales que hicieron temblar a todos los asistentes. El concierto fue didáctico, ameno y sobre todo clarificador, pues nos mostró una parte de la historia que no se conoce ni se valora, y desde luego, dejó a los asistentes reflexionando sobre el papel de la mujer en la música.