Spotify en la cultura de lo inmediato
Todos conocemos y/o utilizamos servicios de “streaming” de música como Spotify, pero…
¿Qué es exactamente el "streaming"?
A falta de una definición oficial de la Real Academia Española, debido a la modernidad del término y a su no españolización, tomaremos como referencia la definición proporcionada por “Xataka On”, una web especializada en tecnología: “El streaming o transmisión de flujo de datos es la distribución de contenidos (generalmente multimedia) a través de una red de datos de forma que su consumo se realiza progresivamente según van llegando y reconstruyéndose los paquetes de datos en el equipo receptor. Normalmente se utilizan protocolos ligeros sin confirmación de llegada ni control de flujo, como UDP para agilizar las transferencias, así como almacenamientos temporales o buffers al comienzo del envío (y en tiempos intermedios) para evitar posteriores interrupciones.” En otras palabras, se conoce el “streaming” como la forma de consumo de contenido bajo demanda que permite al usuario visualizar o escuchar contenido sin horarios, además, es él quién decide cuándo, cómo, dónde y qué quiere reproducir, desde música, con servicios como Spotify, Apple Music o Google Music, hasta series y películas, con servicios como Netflix, Wuaki, etc. Lo único que se necesita es disponer de conexión a internet, un dispositivo compatible y el programa o plataforma que te permite dicha forma de consumo. Los archivos no requieren una descarga previa, se reproducen según se van descargando, aunque según el programa no es necesario, y es instantáneo en el caso de contar con buena calidad de internet, por lo que no hace falta esperar para disfrutar del contenido. Se puede consumir de forma legal o ilegal, de manera gratuita o de pago, pero en cualquier caso, seguiría siendo “streaming”, ya que se refiere a la forma de visualizar el contenido.
Estas características rompen completamente con la idea que teníamos hasta el momento de consumir el contenido mediante la televisión y la radio, pero limitados por el cuándo, cómo, dónde y lo qué estos medios querían, y basándose en datos como los horarios, el tipo de público, la audiencia, etc. Estos son algunos de los motivos que provocan que estos medios se sitúen entre los principales afectados por la aparición y popularización de los servicios de streaming. Es innegable que este tipo de servicios, no exclusivos del mundo de la música, ya que también existen para series y películas como Netflix o Wuaki, han cambiado completamente la forma de consumir el contenido y de vivir el día a día. Ya no se entienden los días sin internet y el uso, en muchos casos a diario, de estos servicios.
Esta expansión y forma de consumir se produce por la mejora de las conexiones a internet, su velocidad y expansión, así como la mejora de los dispositivos, empezando por los ordenadores y continuando por los dispositivos móviles e inteligentes como Smartphones, Tablets o Smartwatchs.
¿Qué es y cómo funciona Spotify?
Una vez explicado lo que es el “streaming”, veamos lo qué es Spotify. Spotify es una plataforma de reproducción de música online bajo demanda fundada en 2006 por Daniel Ek y Martin Lorentzon en Estocolmo, Suecia. El 7 de octubre de 2008 se lanzó al público mediante invitación, es decir, estaba en fase de pruebas por lo que permitían su uso a un número limitado de usuarios y en países determinados. Los países iniciales que disfrutaron del servicio fueron: Suecia, Noruega, Finlandia, Gran Bretaña, Francia y España, a los que años después se unieron: Estados Unidos, Dinamarca, Alemania, Australia, Nueva Zelanda, Irlanda, Luxemburgo, México, Malasia, Singapur, Islandia, Grecia, así como numerosos países más, tanto de América, como de Europa y Asia, aunque su lanzamiento se hizo por fases.
Ahora vayamos a la práctica: Spotify es una plataforma que mediante la creación de una cuenta en esta, permite la reproducción y descarga de contenido musical de numerosos artistas. La plataforma ofrece dos tipos diferentes de cuentas, por un lado la “Free” o gratuita, y por otro, la “Premium” o de pago. Las diferencias reales entre una y otra se encuentran en la libertad de consumir cualquier tipo de contenido sin restricciones ni anuncios, así como otras características menores, en el caso de la “Premium”, y la reproducción de contenido con pequeñas restricciones y con anuncios entre determinado número de canciones para la modalidad "Free". El catálogo que ofrece la empresa se consigue gracias al acuerdo entre la misma, las discográficas y los artistas, ya que sin dicho acuerdo, el contenido no puede aparecer en el servicio.
Con tan solo 5 años de historia, que se cumplieron en 2013, Spotify mostraba con orgullo sus cifras. En ese momento se había reproducido el equivalente a un millón de años de música, contaba con 6 millones de subscripciones de pago y más de 24 millones de usuarios activos cada mes, estaba disponible en 32 mercados de todo el mundo, el 80% del catálogo completo de Spotify (unos 20 millones de canciones), había sido escuchado al menos una vez, contaba con cerca de un billón de playlists (tanto públicas como privadas), y además, líderes mundiales actuales como el Presidente Barack Obama o el Primer Ministro de Reino Unido, David Cameron, eran usuarios del servicio, por lo que no lo utilizaban grupos concretos y exclusivos de la sociedad.
¿Qué pasa con los artistas?
Aparentemente suena bien, todo son ventajas, es un servicio cómodo, eres libre de pagar o no, pero tienes acceso al contenido, de forma legal, cuándo, cómo y dónde quieras, muchísima gente lo utiliza, tiene un amplio catálogo…, pero como todo lo bueno, tiene que tener desventajas, con la mala suerte de que no afectan a todos los usuarios que lo utilizan, bien sea como oyentes o como creadores de contenido, sino exclusivamente a estos últimos, a los artistas. El problema con el que cuentan los artistas no es otro que el de siempre: el factor económico. Spotify tiene estipuladas unas cantidades de dinero que se darían al artista por cada reproducción, las llamadas “royalties”, palabra que define el diccionario de la lengua española Espasa-Calpe como: “Canon o tasa que se paga al titular de una patente, invento o algo semejante por la cesión de uso que hace de ellos a otra persona o entidad.” Hasta aquí todo correcto, funciona igual que cualquier medio que hace uso de un “producto” y que paga una cantidad correspondiente a dicho uso. El problema viene a la hora de determinar esa cantidad. Spotify recauda dinero de varias maneras, por un lado estaría lo obtenido por los anuncios reproducidos en las cuentas gratuitas, y por otro lado la cantidad obtenida de las cuotas mensuales de las cuentas de pago. A partir de ahí Spotify reparte los royalties de una manera específica: se calculan los ingresos totales de la plataforma, esa cantidad se multiplica por el cociente del número de streamings del artista entre el total de streamings de Spotify, se extrae el 70% de los royalties, ya que son de las discográficas de cada artista y a partir de ahí se aplica el porcentaje correspondiente al propio artista. Es decir, en cifras reales a partir de los datos que muestra la plataforma: cada reproducción de una canción genera una cantidad que oscila alrededor de los 0,005$, de esa cantidad, un 70% se lo lleva la discográfica (0,0035$), de la cantidad correspondiente a la discográfica al artista le corresponde entre un 10% y un 15%, según el contrato de cada uno, lo que le daría entre un 0,00035$ y un 0,000525$ más o menos. Esto produce que el conseguir una cantidad de reproducciones como 100.000, genere un beneficio entre 35$ y 52,5$.
Trent Reznor, músico, compositor y líder de Nine Inch Nails
De esta manera, numerosos artistas que no son super estrellas de las discográficas reciben cantidades ridículas de dinero que, en realidad, ni siquiera se acercan a las cantidades que obtienen por la venta de discos, lo que acaba generando críticas por parte de estos. En los medios se pueden encontrar opiniones diversas de artistas, aunque por lo general muestran su rechazo, que van desde grandes estrellas del panorama actual, como Taylor Swift, hasta artistas más cercanos al estilo underground, como puede ser, por ejemplo, Trent Reznor (Nine Inch Nails), Sean Kinney (Alice In Chains) o Thom Yorke (Radiohead). Esto ha producido que numerosos artistas hayan eliminado sus discos de la plataforma, o incluso otros grupos no hayan querido entrar, por considerar que las cantidades que recibían o recibirían no merecían la pena. Entre las demandas de los artistas se encuentra la subida de los royalties, ya que consideran que son muy bajos.Ante esta reacción lógica de los artistas, los responsables de Spotify sólo dicen que todo será mejor en unos años, cuando el número de usuarios de la plataforma aumente considerablemente, y por lo tanto, también sus ingresos. Actualmente cuentan con alrededor de 20 millones de suscripciones de pago, pero no esperan poder pagar algo más justo a los artistas hasta que no lleguen, al parecer, a unos 40 millones, pero claro, esto no se puede predecir, por lo tanto, no se sabe realmente cuándo los artistas van a cobrar cantidades lógicas y equilibradas. Por ejemplo, el pasado 20 de noviembre Adele ha presentado su nuevo disco, “25”. Unos días después saltaba la noticia de que este nuevo disco, ya se había convertido en el disco más vendido de la historia de Estados Unidos, contando con alrededor de 4 millones de discos vendidos, según muestra Billboard. En cambio, la cantante se ha negado a que el disco aparezca en Spotify, a pesar de que sus anteriores trabajos aparecen en la plataforma.
¿Existen alternativas a Spotify?
Logos pertenecientes a algunas de las alternativas a Spotify
Spotify es sólo una de las numerosas plataformas que existen en la actualidad de música bajo demanda. Existen alternativas que han ido apareciendo antes o después al considerar que es un tipo de negocio que funciona, aunque en ocasiones, algunos defiendan que no todo lo bien que se cree. Algunas de estas plataformas son Apple Music, Google Music y YouTube, Xbox Music, Deezer, Tidal, Rdio…. A pesar de ser competidores de Spotify, una de las plataformas que contiene el mayor número de usuarios, el modelo de negocio con el que cuentan las alternativas es similar, así como las características y el número y tipo de servicio que aportan al usuario. A pesar de esto, algunas, como Apple Music, han conseguido llegar a acuerdos con determinados artistas para que, entre otras cosas, las críticas no sean tan duras.
Sería extraño no pensar que ante la actitud de estas empresas que aparentemente sólo obtienen beneficio sin aportar nada al producto más que expansión, no existiese una alternativa real que buscase un beneficio justo para cada artista, y efectivamente, existe, al menos en teoría. Es la ya nombrada Tidal y está formada y apoyada por grandes músicos de renombre en el panorama comercial actual, pero tiene un gran problema, a pesar de contar con medios económicos de sobra, ha sido un fracaso. Sólo cuentan con un servicio de pago, por lo que los usuarios han preferido mantener su anterior cuenta de Spotify, sea Premium o gratuita, antes que probar un servicio nuevo que realmente, no les aporta nada. Al usuario le es igual de cómodo utilizar un servicio u otro y aparentemente, no le afecta en nada los problemas que genera hacia los artistas, por lo tanto, no se puede saber si realmente Tidal era la respuesta que necesitaban los artistas.
¿...y entonces?
Aparentemente nada va a cambiar en un corto espacio de tiempo para los artistas, los grandes afectados de la situación actual. Después de conocer los datos y las alternativas de estas plataformas, está claro que hay algo que no funciona todo lo bien que debería, ya que, como en todo, se colocan por encima los negocios y beneficios antes que el propio arte. A modo de conclusión, se podrían sacar numerosas opiniones sobre el servicio en sí, mejores y peores, pero… ¿Y si el problema no se encuentra en el propio modo de consumo?, ¿Y si el verdadero problema se encuentra en el reparto de beneficios? Quizás es una locura, pero ¿En qué momento se decidió que la discográfica de turno debía cobrar más que el propio creador del contenido o artista, cuando en realidad debería ser al revés?
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