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185 Aniversario del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid

El que está considerado como uno de los conservatorios más importantes de España, aprovecha la celebración de sus casi doscientos años de existencia con una exposición en la que presentará sus grandes tesoros.


Origen

El Real Conservatorio Superior de Música de Madrid fue fundado por la reina María Cristina en 1830 a semejanza de las instituciones que para la enseñanza de la música existían en otros países europeos, especialmente en Italia y Francia. Hasta entonces se habían ocupado de la enseñanza musical algunas instituciones como las escolanías de las catedrales y monasterios, las universidades y el Real Colegio de Niños Cantores de la calle Leganitos de Madrid. La feliz fundación del Conservatorio por Real Decreto de 15 de junio de 1830 (publicado el 16 de septiembre del mismo año) vino a paliar un grave error del XVIII, cual fue la exclusión de la música del ámbito de las Reales Academias de Bellas Artes creadas por Felipe V y Fernando VI.


La reina María Cristina era gran aficionada a la música. La fundación del Conservatorio, que entonces llevaba su nombre, se consideró como obra personal suya cuando estaba en la cumbre de su popularidad. Las clases comenzaron el día 1 de enero de 1831, pero la inauguración fue hecha con gran pompa el 2 de abril del mismo año. Formando parte de los actos solemnes de inauguración, el 6 de marzo de 1832 se representó el melodrama lírico español titulado Los enredos de un curioso, escrito por Félix Castrillón con música de Ramón Carnicer, Pedro Albéniz, Baltasar Saldoni y Francisco Piermarini. La obra se conserva manuscrita en la Biblioteca del centro. Su primer director fue el cantante de ópera italiano Francisco Piermarini.


Historiadores de la época como Mariano Soriano Fuertes criticaron duramente el nombramiento, señalando al mismo tiempo a Rodríguez de Ledesma y a Ramón Carnicer como españoles de competencia sobrada para desempeñar el cargo. En el centro había alumnos internos y externos, gratuitos y de pago.


El Conservatorio estaba ubicado en la Plaza de los Mostenses, en un edificio que, con la remodelación urbanística de Madrid, fue después el número 25 de la calle de Isabel la Católica. La parte posterior daba a un callejón hoy llamado calle del Maestro Guerrero, que todavía es conocido popularmente por los antiguos de la zona como Travesía del Conservatorio. El primitivo centro tenía una dependencia de la Corte, y su organización interna se realizó a imitación de los conservatorios italianos de la época. Fueron nombrados profesores profesionales de la casa y una especie de socios protectores no profesionales, los “adictos de honor”, entre los que estaba lo más granado de la corte, la aristocracia y la política. El P. Federico Sopeña en su Historia crítica del Conservatorio de Madrid (1967), a quien seguimos principalmente en esta breve reseña, ofrece como curiosidad una larga lista de los “adictos de honor” que parece una “guía de salón de la época”. Como “adictos facultativos” se incorporaron profesionales de prestigio que asistían a las Juntas con voto consultivo pero no deliberativo, y formaban parte de la orquesta en los conciertos públicos del centro. También fueron nombrados “maestros honorarios”, entre otros el ídolo Rossini, el napolitano Silverio Mercadante y el Maestro de Capilla de Salamanca Manuel Doyagüe, con autorización expresa para poder vestir el uniforme.

Retrato de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, por Vicente López Portaña (Museo del Prado)

Periodo de estabilidad y primera crisis

Como consecuencia de los enormes gastos ocasionados por la primera guerra carlista, el 12 de septiembre de 1835 las Cortes suprimieron la partida presupuestaria, dejando en manos del Gobierno la resolución del enorme problema creado. La asignación económica quedó reducida a 24.000 duros, lo que llevó a una gran crisis de la que encontramos noticias en la prensa de la época. El 25 de agosto de 1838 Piermarini fue sustituido por el Conde de Vigo, con el título de Viceprotector. Al poco tiempo se suprimieron las plazas de internos. Se sucedieron en la Dirección José Aranalde y Juan J. Martínez Almagro, nombrado este último en 1848.


La situación económica del Conservatorio fue tan difícil en esta época que estuvo a punto de desaparecer víctima de los gastos que el país tuvo que soportar como consecuencia de la guerra civil. En más de una ocasión, y con el fin de convencer a los políticos de la utilidad social del centro, se hicieron peticiones explicando, entre otras cosas, cómo los alumnos se ganaban honradamente la vida ejerciendo la profesión. En medio de la crisis los profesores procuraron, mediante sucesivos recursos, acabar con la situación creada. Hubo modificación del Reglamento y reorganización, hasta que, por fin, el 2 de diciembre de 1852 se inauguró la nueva sede en el edificio del Teatro Real, con entrada por la calle de Felipe V.


El internado fue definitivamente suprimido y creadas pensiones para alumnos destacados. El Conservatorio del Teatro Real, que fue inaugurado solemnemente por los reyes, tenía dos salones de actos: uno grande que daba a la fachada de la Plaza de Isabel II, en el que se daban los conciertos sinfónicos de Madrid con la orquesta formada por la Sociedad Artístico Musical de Socorros Mutuos, que fue el embrión de la Sociedad de Conciertos; en el salón más pequeño actuó la Sociedad de Cuartetos, fundada por por Guelbenzu y Jesús de Monasterio en 1863. En 1877 un incendio destruyó el salón grande, perdiéndose un piano Pleyel, un órgano y otros objetos de valor.


En la etapa de las famosas reformas de la enseñanza previstas en la famosa Ley Moyano del 9 de septiembre de 1857, dos Reglamentos, firmados por Nocedal y Salaverría, se dictaron respectivamente el 5 de mayo y el 14 de diciembre de 1857. El reglamento de Salaverría, que fue el definitivo, estableció la división de las enseñanzas musicales en estudios superiores y estudios de aplicación. Desde 1848 habían sido Viceprotectores del Conservatorio el Marqués de Tabuérniga y Joaquín María Ferrer, y Directores Ventura de la Vega, Adelardo López de Ayala y Julián Romea. Ninguno de los Regentes del centro desde el Conde de Vigo hasta Emilio Arrieta era del claustro de profesores, si exceptuamos, hasta cierto punto, a Ventura de la Vega. Según F. Sopeña “se trata de esa figura de político-literato muy frecuente en el mundillo académico de entonces” que hacía de puente social entre la Corte y el Conservatorio.


Poco antes de la Revolución Gloriosa, el Ministro de Fomento Severo Catalina, haciendo honor a su nombre, cambió la organización reglamentaria mediante Decreto desastroso de 17 de junio de 1868. Siguen las duras restricciones económicas con rebaja de los sueldos y reducción de plazas docentes. Se crea el cargo de Comisario Regio con la misión expresa de reorganizar el Conservatorio. Por Decreto de 15 de diciembre de 1868 y Reglamento del 22 del mismo mes y año, se crea la Escuela Nacional de Música y Declamación, denominación que se mantiene hasta el año 1900. En el mismo año de 1868 fue nombrado Director Emilio Arrieta, hombre de extraordinaria flexibilidad política que permaneció en el cargo hasta 1894. Por sendas disposiciones de 22 de noviembre de 1883 y 3 de febrero de 1888 se reguló la enseñanza libre. Sucedieron a Arrieta en la Dirección Jesús de Monasterio, prestigioso profesor de violín que dimitió por sentirse marginado por el Ministerio en la aplicación de las reformas, y el organista, académico y musicólogo Ildefonso Jimeno de Lerma. En la etapa de Monasterio se incorporó al claustro el compositor y musicólogo Felipe Pedrell.


Siglo XX


En 1901 fue nombrado Comisario Regio Tomás Bretón, quien consiguió reformar el local del Conservatorio dotándole de mejoras y ampliaciones. Bretón logró aprobar un nuevo Reglamento y luchó para que hubiera una mayor exigencia en los exámenes y se pusiera fin al vicio heredado de la excesiva benevolencia en la concesión de premios. Fue en esta época cuando Pablo Sarasate cedió al Conservatorio, mediante legado, uno de sus Stradivarius y 100.000 francos para dotar un premio anual de violín que lleva su nombre.


Tomás Bretón


Tras la dimisión de Bretón el día 25 de noviembre de 1911 harto de luchar en todos los frentes, según sus propias palabras, le sucedió en el cargo interinamente el Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública Señor Montero Villegas hasta que fue nombrado Enrique Fernández Arbós, el Director de más breve mandato en la historia del centro, pues sólo permaneció en el cargo 24 días, desde el 1 de enero de 1912 hasta el 24 de enero del mismo año.


El mismo día accedió al cargo de Director el crítico y musicólogo Cecilio de Roda y López, quién permaneció durante el breve paréntesis de dos años, el tiempo suficiente para instalar la calefacción el en centro, cuestión nada baladí en la época. A instancias de media España vuelve triunfante Tomás Bretón en 1913 coincidiendo con un gran aumento del número de alumnos y logrando aprobar un nuevo Reglamento el 25 de agosto de 1917. Bretón volvió en olor de multitudes.


El claustro de profesores aprobó su vuelta por unanimidad, pero lo más llamativo fue la actitud de sus paisanos salmantinos, que montaron una campaña en su favor que se hizo casi nacional. Una comisión de la Sociedad de Dependientes de Comercio de Salamanca se entrevistó con el Conde de Romanones, entonces Presidente del Consejo de Ministros, solicitándole el nombramiento, a lo que Romanones accedió manifestando que Bretón era su mejor amigo y no tenía ningún inconveniente.

Bajo el mandato del violinista Antonio Fernández Bordas, que había sido nombrado Director en 1921, el Conservatorio fue desalojado del Teatro Real por Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública del 14 de noviembre de 1925 que declaraba el edificio en ruinas y ordenaba la suspensión urgente de las clases, comenzando así una prolongada peregrinación del centro por diferentes edificios y locales de Madrid hasta que en el año 1966 vuelve al Teatro Real. Al teatro María Guerrero, entonces llamado de la Princesa, fue trasladada la Biblioteca y algunas de las clases.Las oficinas fueron a parar a un piso de la calle de Pontejos. Algunas entidades particulares y públicas como la Casa Aeolian, Unión Musical Española, Casa Campos, Casa Fuentes, Escuela Superior de Pintura, Teatro Cómico y Colegio Nacional de Sordomudos cedieron desinteresadamente sus instalaciones al Conservatorio.


La salida precipitada del Real llevó a una situación de abandono durante varios años por parte de las autoridades académicas que se dejó notar seriamente en la buena marcha de la enseñanza. En 1932, durante la II República, el Conservatorio se instaló en el edificio de la Congregación de los Luises en la calle de Zorrilla núm. 2, propiedad de los jesuitas. Bordas fue hombre prodigioso en la acomodación a diferentes situaciones políticas: fue Director con el régimen constitucional, con la Dictadura de Primo de Rivera, con la Monarquía agonizante, con casi toda la República y durante los primeros meses del franquismo hasta su jubilación. Su mandato se caracterizó por la resistencia a cualquier innovación y por el aislamiento del Conservatorio de la vida musical del país. De importancia para el centro bajo su mandato fueron los nombramientos de Oscar Esplá como profesor de “Folklore en la Composición” y de Eduardo Martínez Torner como profesor de “Prácticas de Folklore”. Al poco tiempo de comenzar la guerra civil, fue destituido Fernández Bordas, quien recuperó el cargo en 1939, año en el que el Conservatorio se trasladó a unos locales del Teatro Alcázar, totalmente insuficientes.


En 1940 llega a la Dirección el P. Nemesio Otaño, hombre que con gran tesón y sacando partido a sus influencias consiguió un nuevo local más digno, el palacio de la familia Bauer en la calle de San Bernardo. Reformado el precioso e inolvidable palacio Bauer, fue inaugurado en 1943 como nueva sede del Conservatorio, coincidiendo con la puesta en marcha de la reforma de 1942, que nació con varios vicios de origen, y no fue secundada con las necesarias dotaciones en el presupuesto.


Federico Sopeña


En 1951, el P. Federico Sopeña fue nombrado Delegado del Gobierno a la edad de 34 años. El mismo Sopeña da cuenta en su libro citado de las realizaciones más destacadas bajo su mandato: apertura a la juventud, contactos con la vecina Universidad Central, gran actividad de conciertos, inauguración de la discoteca y creación de la Revista Música, dirigida desde el Conservatorio en colaboración con el Instituto Español de Musicología y editada por la Sección de Publicaciones del Ministerio de Educación Nacional. Jesús Guridi (1956) y José Cubiles (1962) llegaron a la Dirección del centro en edad cercana a la jubilación.


En la etapa Guridi fue iniciado el primer proyecto para la reforma de la enseñanza y se dieron los primeros pasos para la vuelta al Real. Destacable en el mandado de José Cubiles fue la mejora en la retribución del profesorado. El 11 de junio de 1964 accede a la Dirección el compositor y catedrático más joven del centro Cristóbal Halffter, bajo cuyo mandato se procedió a la adquisición de partituras de música contemporánea y de varios pianos de cola marca Steinway. El nombramiento de Halffter fue acogido con recelo por unos y con entusiasmo desbordado por otros.


Siendo Director Francisco Calés Otero, el 18 de Octubre de 1966 el Conservatorio vuelve a su antigua sede del Teatro Real, a un edificio renovado y dotado de grandes medios materiales comparables a los de los mejores Conservatorios europeos. Por fin, el Conservatorio quedaba instalado en una sede que entonces se creía definitiva, lo que no se ha cumplido, pues es tradición en España que las cosas importantes no sean definitivas o simplemente perdurables. Coincide el traslado al Real con la reforma de las enseñanzas contemplada en el ya famoso Decreto del 10 de septiembre de 1966, recientemente extinguido. Calés permaneció en el cargo hasta 1970, sucediéndole José Moreno Bascuñana, que fue Director desde 1970 hasta 1979 e impulsó la creación de la orquesta del Conservatorio.


La primera etapa como Director del organista Miguel del Barco Gallego trascurrió entre 1979 y 1983. Realizaciones importantes de su primer mandato fueron las siguientes: estabilidad del profesorado, normalización de la Secretaría del centro, actos conmemorativos del 150 aniversario del Conservatorio con asistencia de S. M. la Reina Doña Sofía, celebración en el centro del segundo Congreso Nacional de Musicología (1983), importante adquisición de fondos para la Biblioteca y la Fonoteca, actualización de actas y documentos de los archivos históricos, democratización de estructuras, etc. Desde 1983 a 1988 tres Directores se sucedieron en el cargo en época de transición especialmente convulsa: Pedro Lerma León (1983), Encarnación López de Arenosa (1985) y Carlos Esbrí (1987).


En 1988 accede de nuevo a la Dirección Miguel del Barco, quien permanece en el cargo hasta el 30 de junio de 2008. Entre las realizaciones de su segundo mandato destaca la integración del Conservatorio en el programa de intercambio Erasmus para profesores y alumnos, así como su papel activo en la importante reforma general de las enseñanzas musicales contemplada en la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), ley que recoge algunas aspiraciones largamente esperadas como son la separación de grados, la creación del Cuerpo Superior y la actualización de titulaciones, que son equivalentes, a todos los efectos, al grado de licenciado universitario.


Desde el día 12 de diciembre de 1990, fecha en que fue inaugurado en acto académico solemne presidido por el entonces Ministro de Educación y Ciencia Javier Solana Madariaga, el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid tiene su sede en un remodelado pabellón del siglo XVIII, frente al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y a doscientos metros de la Estación de Atocha.

Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.


También fueron muy fructíferas sus gestiones para conseguir la nueva sede del Pabellón Sabatini, reconocidas por la mayoría de los miembros del claustro de profesores, pues por primera vez el Conservatorio Superior de Madrid cuenta con un edificio propio de magníficas instalaciones. Un acontecimiento internacional de primer orden fue la celebración en 1992 del XV Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología, que acogió en sus instalaciones a más de 800 musicólogos de todo el mundo.


Además, un proyecto largamente esperado, que por fin se ha hecho realidad durante el largo y fructífero mandato de Miguel del Barco, es la inauguración del Museo en mayo de 2007 y la contratación de una persona responsable del mismo. Ubicado en la primera planta, en él se exponen de manera permanente cuadros, instrumentos musicales históricos recientemente restaurados, libros, partituras, documentos y otros fondos relevantes.


El Conservatorio en los albores del siglo XXI

Sucede a Miguel del Barco en la dirección el catedrático de piano Anselmo Ignacio de la Campa Díaz, que tomó posesión del cargo el 1 de julio de 2008 y cesó el 19 de enero de 2012. Durante su mandato de tres años y medio, se ha puesto en marcha el nuevo plan de estudios adaptado al espacio superior europeo. En esta etapa se ha producido la adscripción del Conservatorio, a efectos académicos y administrativos, a la Dirección General de Universidades e Investigación de la Comunidad de Madrid.


El día 20 de enero de 2012 fue nombrada para ejercer la dirección del Conservatorio la catedrática de piano y solvente concertista Ana Guijarro Malagón. Mujer dotada de muy buenas virtudes, realizó una gestión eficaz, dando cumplida respuesta a los importantes retos que el centro tuvo bajo su primer mandato. El día 1 de julio de 2013 accedió al cargo de Director el catedrático de clarinete Adolfo Garcés Compans. Tras su dimisión a petición propia, de nuevo accedió al cargo de Directora, desde el día 1 de julio de 2014, la catedrática de piano Ana Guijarro Malagón, quien, a su vez, ha sido de nuevo nombrada el 1 de julio de 2015 después del proceso selectivo contemplado en el Concurso de Méritos convocado por la Comunidad de Madrid.


En estos primeros años del siglo XXI el Conservatorio Superior de Madrid se enfrenta a cambios, reformas y adaptaciones importantes, que es el devenir normal de un centro que se mantiene vivo y renovado, pero con base firme en su rica tradición. Aunque podrán surgir dificultades, serán resueltas con la eficaz colaboración entre la Administración, la Junta Directiva, profesores y alumnos. De esta manera, el Centro seguirá haciendo historia viva y positiva con el esfuerzo y la ilusión de todos los que en él trabajan para mantener la calidad de la enseñanza superior musical en la Comunidad de Madrid y en España. Así ha sido a lo largo de ciento ochenta y cinco años.


Los tesoros del Real Conservatorio Superior de Música

En sus 185 años de historia, el Real Conservatorio Superior de Madrid, uno de los más antiguos de Europa, cuenta desde sus inicios con una Biblioteca, la cual posee un patrimonio documental de más de 200.000 volúmenes. Una serie de fondos históricos únicos, ricos y muy variados, en los que destacan auténticas joyas bibliográficas comprendidas entre los siglos XVI al XX.


Colecciones que reúnen un gran abanico de materiales musicales, partituras, instrumentos, manuscritos, publicaciones periódicas, registros sonoros y audiovisuales, que sirven como aproximación a la trayectoria docente del centro y su interesante historia. Aunque de igual modo se encuentran una serie de rarezas únicas como documentos autógrafos de grandes compositores, encuadernaciones de lujo, ediciones únicas, donaciones de grandes figuras musicológicas, fotografías, juegos, cartas y correspondencia…

Todo ello conforma un patrimonio documental de máxima relevancia, siendo uno de los más importantes de España, donde se puede apreciar el fiel reflejo de la historia y actividad docente musical del centro desde sus orígenes hasta nuestros días, 185 años salvaguardando la música y difundiéndola. El Museo del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid atesora una colección de incunables, piezas únicas y manuscritos de incalculable valor para la historia de la música. Su acceso es dificultoso porque se encuentra en una de las galerías de este edificio y sólo se puede visitar tras una cita previa con su conservadora.

Los amantes de la música pueden admirar verdaderas joyas que aguardan en sus vitrinas, como “el manuscrito de Marcha nupcial de 1901 que se hizo para las bodas de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battemberg” o un fragmento de “uno de los experimentos de Adolphe Sax”, el padre del saxofón.


El Museo alberga piezas clásicas, dos arpas neogóticas, otras más exóticas, como instrumentos asiáticos decorados con piel de serpiente y carey, y piezas exquisitas como la flauta que la familia Napoleón regalaba a los embajadores en la lejana América o el violín Stradivarius de Pablo Sarasate.


El Real Conservatorio también guarda una gran colección de libros y partituras, en concreto 20.000 manuscritos de un total de 180.000 piezas que la institución custodia. Documentos de gran importancia para la historia de la música. Alguna de estas joyas son las hojas de matrículas y las actas de Isaac Albéniz cuando tenía ocho años, dos serenatas firmadas por Camille Saint-Säens, un original del Réquiem de Verdi dedicado a la duquesa de Edimburgo, una copia de dos cuartetos de Joseph Haydn y un rico ejemplar de La Bohéme autografiado por Puccini.


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