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Joseph Siankope, un músico sin fronteras

El pasado mes de febrero tuvimos la suerte de contar con la participación de Joseph Siankope, invitado por la profesora Isabela de Aranzadi, en las conferencias-seminario impartidas en la asignatura de Música y Creación del Grado en Historia y Ciencias de la Música de la UAM. Desde el primer momento, su predisposición y cercanía fueron absolutas, por lo que consiguió, sin lugar a dudas, entrar en conexión con cada uno de nosotros.


Siankope nació en una pequeña aldea llamada Magoli, cerca de Dete, en la provincia de Hwange (Zimbabwe) en 1964, en plena guerra civil. Por aquel entonces luchaban contra el gobierno minoritario, el británico, que había tomado uno de los imperios más grandes e importantes de África. Fue en 1890 cuando Cecil Rhodes, empresario, colonizador y político inglés en Sudáfrica, consiguió en 1884 la anexión británica de Botswana, abriéndose así paso hacia el norte. Fundó entonces Rhodesia, las actuales Zimbabwe y Zambia, y a partir de 1890 el imperio británico se hizo con el control del territorio al que llamarían Rhodesia del sur. El 18 de Abril de 1980, consiguieron legalmente la independencia bajo el nombre de Zimbabwe, después de 90 años de colonización.

Este fue el marco político y social que Siankope nos presentó para comenzar contándonos su andadura africana. Un país dominado por la segregación racial que le hizo ver y vivir momentos muy desafortunados para un niño. Entre otras, nos narró la siguiente anécdota:


“Un día, cuando yo era solo un niño de 6 años, iba caminando por la aldea, tranquilo, de repente algo me asustó. ¡Era un fantasma! Asustado, corrí hacia mi casa y se lo conté a mi madre, preocupado porque ¡además me perseguía! ¿Creéis en los fantasmas? Yo sí, en África desde muy joven te introducen en el mundo de los antepasados, pero ¿sabéis que?, ese fantasma era el primer hombre blanco que yo había visto. Era un misionero".

La segregación racial invadía todos los espacios, los baños estaban separados entre blancos y negros, la cola de las tiendas también….todo se dividió por etnias y, por supuesto, el colegio también se vio afectado por ello. Se les pedían pruebas para entrar, pruebas que en muchas ocasiones no eran fáciles de superar. Él tardó dos años en ser admitido. Esta serie de pruebas ponían en jaque el sistema educativo provocando una sociedad inculta y vulnerable, pero Siankope encontró en los estudios su motivación para no rendirse nunca ante las adversidades.


Una vez ingresó en la escuela, los problemas comenzaron a ser otros, el vandalismo se apoderaba de las calles hasta límites insospechados. Nos contaba cómo todo valía para sobrevivir a los ataques callejeros. Siankope, queriendo huir de ese ambiente, consiguió irse del poblado con su primo a Main Camp, un parque de animales situado en Hwange. La discriminación que vivió allí por parte de su familia hizo que aquella convivencia fuese insostenible, así que al cabo de un año volvió a la escuela del poblado, que estaba a un kilómetro de su casa.


Joseph se fue a la ciudad de Hwange, a casa de su hermana, para seguir con sus estudios, pero allí sufrió una serie de acontecimientos que enseguida le llevaron a mudarse con otra de sus hermanas donde finalmente empezó a ver una vía de escape hacia un futuro que jamás imaginó. Joseph vivió con dos de sus hermanas mientras estudiaba. Poco después, gracias a un amigo de su hermana, empezó a interesarse por la música, que fue su visado para salir del país y perseguir su sueño: estudiar.



“El amor por la música fue más bien gradual y ahora somos inseparables” , nos dijo Siankope. Él, en el poblado tocaba los tambores y sabía bailar, pero después se interesó por el Jazz. Fueron las circunstancias de la vida las que le pusieron en este camino que le ha convertido en un verdadero jazzman. “Es una música que me sale de forma natural, como si hubiera nacido en el Mississippi. En los pilares del jazz se encuentra la música tradicional africana, la cual sin las aportaciones de los esclavos afroamericanos no habría surgido. Las músicas tradicionales no tienen tanta difusión como el jazz, pero son el punto de partida de todo músico desde su contexto”.


Formó entonces junto a sus hermanos “Neptune Jazz Band Zimbabwe” en 1978. Con 14 años viajó a Argentina donde tuvieron una gran acogida y saborearon por vez primera el éxito merecedor de todo su esfuerzo y talento. Tras su regreso a Zimbabwe, se encontraron con una absoluta negativa hacia lo que estaban haciendo. Salieron en todos los periódicos y fueron muy criticados por tocar blancos junto a negros. Esto les trajo como consecuencia tener que abandonar sus trabajos en los jardines o casas de las blancos.


Joseph, con la idea en la mente de seguir estudiando, ingresó en el colegio de mayor prestigio y elite británica, en el “Ellis Robbins High School”, en Harare, capital de Zimbabwe. Tras ser admitido, sufrió ataques racistas por parte de maestros y compañeros, pero consiguió que desde la dirección tomasen cartas en el asunto y ofrecieron a las familias británicas realizar las mismas pruebas que había realizado Siankope para su ingreso y que si no las superaban irían a la escuela de etnia negra…evidentemente nunca más tuvo problema alguno.


Siankope siguió sumergiéndose en el Jazz y cada vez de una forma más profesional. Comenzó tocando la batería, después el contrabajo y finalmente la trompeta y la voz. Fue Allan Jaffe, dueño del Perservation Hall, sede establecida en 1961 para preservar, perpetuar y proteger el jazz tradicional de nueva Orleans, quien le regaló una corneta visualizándole un largo futuro con ella.


Su estancia en Nueva Orleans fue parte imprescindible en su formación, allí conoció y aprendió de grandes genios como Kid Sheik Colar, Kid Thomas Valentine, Chester Zadis, los hermanos Willie y Percy Humphrey, Preston Jackson, Sweet Emma, Allen Jaffe y una larga lista de grandes músicos. Pero realmente su aprendizaje fue fundamentalmente autodidáctico, escuchando, observando a los grandes y compartiendo escenario con ellos desde muy joven.



Fue en Nueva Orleans en 1984 donde le nombraron ciudadano honorífico. Asegura que fue uno de los días más importantes de su vida ya que en la cuna del jazz se estaba apreciando su música y además se le había acogido como a un hijo. Le dieron la gran oportunidad de tocar la trompeta de Louis Armstrong, “Soy de los pocos músicos que han tocado la trompeta de Satchmo –decía orgulloso- . Fue un día inolvidable, una experiencia única. Fue…como un bautizo de un jazzman”. Para Siankope lo más importante actualmente es que la música no habla de fronteras ni de razas. Él defiende la música africana y reivindica sus raíces a través de la música, dándole una gran importancia para unir los pueblos y educar en la diversidad. Añade: “mi música se compone de matices africanos, los espirituales negros, el blues y el swing. Así es el jazz de Nueva Orleans. La música es sencillamente un lenguaje universal que llega a todos los corazones. Es fundamental que la música esté presente en nuestro sistema educativo para dar respuesta a la diversidad cultural que reina en España. Por lo tanto, trabajo la interculturalidad a través de la música”.


Un proyecto que lleva a cabo a través de su ONG, trabajando con los colegios de la zona rural de su pueblo, además de trabajar como psicopedagogo y tutor de la ESO y Bachillerato en el colegio Santa María La Blanca. Trabaja también como colaborador habitual en Fundación Sur, en el campo de la Educación intercultural, la cultura y la música africana para colegios y universidades.


Joseph lleva en España desde 1984 participando en programas como “El conciertazo”, “Jazz entre amigos”, además de haber recorrido todas las salas de Madrid y diferentes festivales de jazz de España. En 2004 escribió, junto a su esposa Olga Villa, el libro titulado “Música e interculturalidad”. Domina también 6 idiomas africanos, además del inglés y el español. En la actualidad tiene su formación musical “Joseph Siankope & His New Orleans Jazz Band” y “Spirits Jazz Band”.


Sin duda, conocer de cerca las experiencias vividas por una persona de su gran categoría, nos hace tener un punto de vista muy positivo acerca de todo lo que queda por hacer en el panorama musical y educativo. Él nunca ha mostrado rechazo, dolor, o indignación hacia su pasado, así lo mostraba al decir que hay que juzgar cada situación en su momento: "Si tuviera que rebobinar la cinta de mi vida, volvería a vivirla con orgullo y sin quitar ni una sola coma".


Ejemplo de constancia, esfuerzo y trabajo, sin duda Siankope es ,además de un gran músico, una gran persona interesada en compartir todas sus experiencias y conocimientos con el único de fin de poder llegar a trasmitirlos a nuestros corazones.

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