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El embrujo de Achúcarro

"Excepcional"; probablemente no exista otra palabra mejor que ésta para describir a Joaquín Achúcarro. Achúcarro es excepcional por sus grandiosas interpretaciones al piano, pero también, por su generosidad, como demostró en el pasado concierto del 17 de febrero en el Auditorio Nacional de Madrid, dentro del Ciclo de Música del CSIPM-UAM. En él ofreció al público cinco regalos inolvidables que pusieron fin a todo su paso por la Universidad Autónoma de Madrid.


En los días previos pudimos ver su auténtica maestría con el pedal y la sonoridad espaciada en una Masterclass que llenó nuestra universidad de reconocidos pianistas de nuestro país, y donde disfrutamos de su excelente dominio pianístico, eso sí, con responsabilidad.


Y, hablando de responsabilidad, hacemos referencia a su diálogo "El intérprete, imaginación con responsabilidad" con Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz, que tuvo lugar el día previo al concierto en el Salón de Actos de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación. Ambas personalidades trataron el concepto de "creación" desde la perspectiva interpretativa responsable, como, sin ninguna duda, Achúcarro, lo refleja a la perfección.


Y a la perfección culminó este encantador encuentro en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional en el Concierto - Homenaje al Prof. Tomás y Valiente, abarrotada de un público realmente entregado, llevando a cabo una de sus maravillosas frases: “Bach habla al universo, Beethoven, a la humanidad y Chopin a cada uno de nosotros". Así pues, nos habló a cada uno de nosotros mediante una sublime interpretación de diferentes obras de Chopin, destacando, sin ninguna duda, el Nocturno en Do sostenido menor, op. póstumo. Achúcarro nos habló mediante el lenguaje universal, el que entendemos todos los seres humanos. Como dice Mayor Zaragoza, "Además de la palabra, siempre nos quedará la música".


Sin ninguna duda, nos quedó la música, que consiguió llegar al corazón del público gracias a una segunda parte en la que se interpretaron obras de Falla, como la Andaluza y Montañesa; de Granados con El amor y la muerte; y de Albéniz su Suite Iberia, que Achúcarro interpretó de una manera excelsa.


Un Auditorio Nacional levantado y sin dejar de aplaudir, en el que Achúcarro embrujó al público regalándonos cinco joyas. Entre ellas, El amor brujo de Manuel de Falla, con la que sentimos, más que nunca la palabra musical. Que nadie nos quite la palabra, ni la música.

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