Francesc Bonastre, un maestro
En la vida hay personas que nos marcan, personas de las cuales hemos aprendido a ser mejores profesionales y personas, y a amar nuestro trabajo: son los maestros. En mi caso (como en muchos que conozco), uno de mis maestros ha sido Francesc Bonastre, quien por desgracia nos dejó hace pocos días, concretamente el 20 de septiembre a los 73 años. Quisiera agradecer a Cristina Roldán Fidalgo que me haya ofrecido la posibilidad de hacer este pequeño escrito en su memoria.
Si buscamos maestro en la versión actual online del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, vemos que el perfil de Francesc correspondía con varias de las acepciones. Dice, por ejemplo, “Persona que es práctica en una materia y la maneja con desenvoltura”. En efecto, su formación tanto musical como humanística fue muy sólida. Empezó sus estudios musicales a los 6 años, en Montblanc (Tarragona), donde había nacido el 20 de abril de 1944. Adquirió una amplia formación humanística y musical en el Seminario Pontificio de Tarragona, donde estudió entre entre 1956 y 1962. Ese mismo año empezó la carrera de Filología Románica en la Universidad de Barcelona, obteniendo el título de licenciado en 1967 y el de doctor en 1970, con la tesis Estudis sobre la Verbeta (La verbeta a Catalunya durant els segles XI-XVI), dirigida por el Dr. Martí de Riquer, trabajo que mereció el Premio Nacional de Musicología en 1976. En esos años empezó a tomar contacto con musicólogos como Mn. Higini Anglès y Mn. Josep Maria Llorens, en la Sección de Música de la Biblioteca de Catalunya, que le ayudaron a consolidar su vocación musicológica. Entre 1969 y 1972 obtuvo una beca de Formación de Personal Investigador en el Instituto Español de Musicología del CSIC que le permitió completar su formación musicológica con el Dr. Miguel Querol.
Caricatura a Francesc Bonastre realizada por Aurèlia Pessarrodona con motivo de su sesenta cumpleaños
Otra acepción de maestro dice “persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo”. Francesc formó a varias generaciones de musicólogos sobre todo en la Universidad Autónoma de Barcelona, de donde fue profesor agregado y catedrático. Es más, tuvo un papel decisivo en la introducción y consolidación, en España, de los estudios de Musicología en la universidad. Durante los años 1973 y 1978 impulsó, con la colaboración del Dr. Antonio Martín Moreno (entonces becario predoctoral en el CSIC), la creación de un plan bianual de diez asignaturas de Musicología dentro de la licenciatura de Historia del Arte de la UAB, que fue el primer currículum universitario en Musicología dentro de una universidad del estado español. Posteriormente, junto con los demás profesores de Historia de la Música de las universidades españolas —Antonio Martín Moreno, Emilio Casares, José López Calo, Dámaso Garcia Fraile, Oriol Martorell y Enrique Sánchez Pedrote–, participó de forma activa en la creación, en 1985, de la Licenciatura en Geografía e Historia y Ciencias de la Música.
Dentro del ámbito universitario, Francesc fue una figura clave en la investigación musicológica, creando en 1973 el Centro de Documentación Musical de la UAB, que funcionó hasta 1979 dando paso, al año siguiente, al Institut Universitari de Documentació i Investigació Musicològiques Josep Ricart i Matas de la UAB, con el concurso de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi. Desde este instituto impulsó y dirigió la revista Recerca Musicològica y la colección Quaderns de Música Històrica Catalana. Asimismo, fue clave en la creación de la Sociedad Catalana de Musicología, filial del Instituto de Estudios Catalanes, de la que fue el primer secretario en 1974.
Su ámbito de investigación abarcó desde la Edad Media hasta el siglo XX, aunque su especialidad principal fue el barroco musical catalán. También son importantes sus trabajos sobre organología y sobre compositores catalanes como Eduard Toldrà, Xavier Montsalvatge y, especialmente, Felip Pedrell, sobre el cual realizó dos monografías de referencia: Felip Pedrell. Acotaciones a una idea (1977) y Epistolario de Felip Pedrell (2015). Asimismo, destaca su ensayo Música y parámetros de especulación (1977). De entre sus ediciones críticas cabe mencionar la Història de Joseph de Lluis Vicenç Gargallo, (Biblioteca de Catalunya, 1986); Completes a 15 de Francesc Soler (Biblioteca de Catalunya, 1988); la Simfonia en Mi b M de Bernat Bertran (Biblioteca de Catalunya, 1991); Poema Simfònic de Felip Pedrell (ICCMU, 1992); Los amantes de Teruel de Tomás Bretón (ICCMU, 1998); Celos aún del aire matan de Juan Hidalgo (ICCMU, 2000) y La missa policoral a Catalunya a la segona meitat del segle XVII (CSIC, 2005).
A su perfil aún hay que añadir otra acepción del término maestro: “compositor de música”, que en el Diccionari de la llengua catalana del Institut de Estudis Catalans se amplía a “director d’orquestra, director de cor”. Francesc tenía vocación, también, de músico práctico. Dirigió la Schola Cantorum Universitaria Barcinonensis de la Universidad de Barcelona entre los años 1967 y 1972, y el Coro Gaudium Musicae (1975-1985) de la UAB; fundó, entre los años 1995 y 1996, los conjuntos de música antigua Seconda Pratica y Mapa Harmonico, que impulso con la voluntad de dar difusión al repertorio inédito del barroco catalán, y con los cuales realizó diversas grabaciones discográficas. Además, como compositor dejó un catálogo de 77 obras escritas entre 1963 y 2012, entre las cuales destacan la Suite Montblanquina (1967), Joglaresques (1967), Cançons d’estudiant (1968), Cantata de Nadal (2002), Galeria d’Impressions (2003), Glosas del peregrino (2004), El túmulo de Altisidora (2005), Oratori de la Mare de Déu de la Serra (2007), entre muchas otras. A los alumnos nos inculcó desde siempre que el musicólogo tenía que ser ante todo músico, y lo reflejaba en todos los simposios y seminarios que organizaba incluyendo siempre actividades prácticas. Dentro de su marcado y agudo sentido del humor, nos decía que el que pretendiera hablar de música sin ser músico sería, simplemente, un “cólogo”.
En resumen, el perfil general de Francesc se engloba en la primera acepción de maestro: “Dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su clase.”. Como tal fue reconocido como académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi y académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Pero el término maestro tiene una acepción que no he visto recogida en el Diccionario de la Real Academia, pero sí en el Diccionari del Institut d’Estudis Catalans: la de “guía”. Dice este diccionario: “Persona de qui hom és deixeble” [“persona de quien alguien es discípulo”] y añade como ejemplo “Ell ha estat el meu guia, el meu mestre” [“él ha sido mi guía, mi maestro”]. Como tal, Francesc nos inculcó el amor hacia esta profesión y nos enseñó a valorar y revivir el patrimonio musical del pasado estudiándolo con rigor científico y vocación artística. Su legado pervive en nosotros y en sus múltiples trabajos. En conclusión, hay profesores y hay… maestros.