Música en los salones y teatros del Madrid del siglo XVIII
- Javier Ruz
- 27 abr 2018
- 4 Min. de lectura
«Música en los salones y teatros del Madrid del siglo XVIII» recoge un conjunto de canciones con acompañamiento de guitarra poco común si consideramos las grabaciones de este tipo de repertorio realizadas hasta ahora. A partir de un exhaustivo trabajo de documentación, investigación e interpretación, se muestra un patrimonio musical que no se puede desligar de la comprensión de la identidad nacional que aflora en España a finales del siglo XVIII y principios del XIX y que, como expone Fernando Antón —investigador y guitarrista en este CD— en las notas del disco, constituye «un nexo de unión entre los diferentes espacios sociales que, a finales de la Ilustración, perfilan una identidad sonora de la música española». De este modo, descubrimos un repertorio para guitarra, en su papel de instrumento acompañante, rico, variado y cotidiano que había quedado ensombrecido por figuras tan brillantes como la de Fernando Sor.

Las piezas seleccionadas para esta grabación provienen de dos cuadernos manuscritos para voz con acompañamiento de guitarra que se pueden atribuir a los compositores Blas de Laserna y Narciso Paz y que se conservan respectivamente en la Staatsbibliothek de Berlín y en la Biblioteca del Real Conservatorio Superior de Madrid. El cuaderno de Blas de Laserna representa un ejemplo de la práctica de adaptar los acompañamientos orquestales de la tonadilla escénica (al menos, de seguidillas y tiranas, los fragmentos más exitosos y aclamados) a la guitarra. En él encontramos tres seguidillas (Mi corazón señores, El garbo y el manejo, Agitada me siento) y cuatro tiranas (La tirana se ha ausentado, Un amante que se hallaba, Me preguntaron los guardas, Ay, infelice de mí); siete piezas provenientes de tonadillas escénicas que debían haber alcanzado gran popularidad si se adaptaban para que los aficionados a la música, al canto y a la guitarra pudieran recrearlas en el hogar y llenar de música de teatro los salones de las últimas décadas del periodo ilustrado.
En los teatros madrileños de la Cruz y del Príncipe se representaban los quehaceres de la vida española con frescura y osadía a través del tono alegre, divertido y descarado que ofrecía la tonadilla escénica. La guitarra aparecía en la escena en manos de actores y actrices y acompañaba los bailes populares que se reivindicaban como nacionales frente a la influencia que ejercían la música de danza francesa y la ópera italiana. De este modo, era utilizada por los compositores para recrear en la escena una sonoridad cotidiana, reconocible y plenamente asimilada en relación a “lo español”. Este mundo teatral que dibujaba la tonadilla a modo de cuadro de costumbres volvía a la sociedad de la que había surgido a través de las adaptaciones y ediciones de los fragmentos más populares. Prueba de ello es este cuaderno de Blas de Laserna.
Por su parte, el cuaderno de Narciso Paz contiene un repertorio más variado pero igualmente significativo para comprender con mayor profundidad el papel de la música en la sociedad española de estos años. Seguidillas, canciones e himnos patrióticos dan forma a un cuaderno de música para cantar a la guitarra que aparece como un muestrario de géneros, temáticas, recursos, motivos e incluso ideologías que pueden considerarse representativos de la música de salón y de guitarra de las últimas décadas del siglo XVIII español.
El carácter jocoso de los versos de las seguidillas se encuentra acompañado en este cuaderno por una poesía más elegante, ligada al sentimiento amoroso, que se expresa en forma de canción. Canciones que sonaban en los hogares con los instrumentos más apropiados para acompañarse, el piano y la guitarra. Es importante destacar, a la luz de este repertorio, el rol de la guitarra como instrumento acompañante de la voz, nada desdeñable al piano. El cuaderno de Narciso Paz confirma que la guitarra no era, en la España de estos años, solamente una alternativa al piano en el acompañamiento de canciones, sino que era un instrumento habitual y requerido para este tipo de función. Porque el uso de la guitarra para acompañar no se circunscribía únicamente al entorno de las clases populares con su estilo rasgueado, formaba parte de la práctica musical de esa burguesía creciente y altiva que sabía leer música y poseía tiempo y recursos para acceder e interpretar las partituras.
Llama la atención el repertorio de canción patriótica, un género que respondía al estilo galante heredado del siglo XVIII simplificado al máximo, cuyas partituras se convertían en bocetos casi esquemáticos. Así, tanto en la Canción patriótica compuesta por D. Josef Rodríguez de León (A las armas corred, españoles) como en Dupont Rendido, la música se presenta libre de trinos y adornos, con un canto en su mayoría silábico y un acompañamiento guitarrístico simple y reiterativo en el que se alternan acordes plaqué con arpegios sencillos que recuerdan a la técnica pianística del 'bajo Alberti'. En otras ocasiones, aparece una única línea de bajo desnudo, legado de la práctica común del siglo anterior de acompañar la parte con la guitarra. Una serie de recursos perfectamente adaptados a las posibilidades de los principiantes y que facilitaban la difusión de las canciones y su mensaje.
El conjunto de piezas que aquí se recogen representa un repertorio a tener en cuenta para profundizar en el conocimiento de la música española y de sus funciones en el seno de una sociedad que se va definiendo y configurando entre los sucesos políticos y bélicos que desembocarán en la Guerra de la Independencia. En este contexto, la guitarra aporta una sonoridad característica que, como bien muestra esta grabación, permea los diferentes espacios sociales de reunión y comunicación.
Este CD es un trabajo de investigación en el que, a través de la música, se da a conocer un fragmento de historia, de la sociedad española y de nuestra memoria. Es seguramente este aspecto un signo de distinción de los trabajos del guitarrista Fernando Antón que ya se apreciaba en su anterior CD Voleras, entre seguidillas y bolera. Ambos, suponen una exhaustiva labor de estudio que va más allá de la interpretación de las partituras. La música es una vía para penetrar en los entresijos sociales mediante una cuidada selección y documentación de las fuentes y, de este modo, recuperar un repertorio de música y de guitarra que muestra los gustos e intereses de la sociedad a finales del siglo XVIII. En definitiva, una ventana abierta al pasado para escuchar y contemplar aquello que fuimos y disfrutar, en nuestros días, de una sonoridad española que tenía en la guitarra su instrumento nacional.
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