Posthumanismo y obsolescencia en el arte sonoro.
El 23 de febrero de 2021 tuvimos el placer de asistir a la ponencia Posthumanismo y obsolescencia en el arte sonoro, realizada por la filósofa y musicóloga Marina Hervás en el marco del V Ciclo de conferencias del Espacio de Creación e Investigación Sonora (ECIS-CSIPM). Esta oportunidad se dio gracias a la invitación de la profesora Anna Margules y la organización del ECIS-CSIPM de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Para llevarla a cabo, respetando todas las medidas sanitarias necesarias debido a la COVID-19, se habilitaron distintos espacios de la universidad desde los que seguir la retrasmisión, así como la oportunidad de acceder a ella desde casa mediante la plataforma Teams.
En vista del variado público, desde estudiantes o curiosos a expertos y profesionales en el ámbito, la ponente optó por comenzar desde lo más general a lo más complejo. A lo largo de la conferencia fue elaborando un discurso a través del que unía y discutía diversas perspectivas acerca de conceptos como arte sonoro, sound studies, posthumanismo y la noción de obsolescencia. Dentro de este entramado, Marina estableció la tecnología como eje neurálgico y vertebrador de todos ellos, así como punto de encuentro que los enlaza e impulsa.
Una vez expuestas las cuestiones generales sobre el arte sonoro, su relación con las artes visuales y el valor que se le otorga al sonido en sí mismo como materia no representacional, la ponente entró a confrontar las teorías de algunos teóricos vinculados a la corriente de pensamiento francesa que nace de la fenomenología trascendental establecida por el filósofo alemán Edmund Husserl. Desde su punto de vista, estos filósofos tienden a situarse en una posición mística respecto al sonido
que permite repensar el posthumanismo y su papel en las reflexiones sobre estos argumentos. Para el desarrollo de esta sección trajo a colación autores como Christoph Cox y su crítica al modelo humanístico en favor de la exaltación del flujo continuo sonoro que trasciende el orden anhelado por las personas, o Salomé Voegelin y su noción de encontrarse y ser con el sonido. Incluso a otros como Karen Barad con sus planteamientos de identidad performativa y Diedricj Diederichsen, quien presenta la música como «sonido del sujeto».
A partir de estas nociones Marina enlazó y reflexionó sobre la trascendencia del Humanismo renacentista con los problemas que traía implícito como el de la libertad o las cuestiones de cómo ser y hacer según va disminuyendo la figura de Dios. En el devenir del tiempo y la sociedad, se llegó al transhumanismo, es decir, la tecnología como herramienta para la modificación de la naturaleza, y finalmente, el posthumanismo. Este último nivel va un paso más allá que los anteriores, ofreciendo una variable a lo humano que se puede alcanzar si se trabaja desde otros centros teóricos. Hasta ahora estas ideas habían permanecido en la periferia del pensamiento sobre la expresión humana. Sin embargo, con el arte sonoro se han consagrado como punto de partida y alternativa a los preceptos humanos. En este sentido, subrayó el valor que adquirió el cuerpo no como fin sino como medio para conectar lo físico, lo simbólico y lo sociológico. Al mismo tiempo que teorizaba sobre lo que supone la obsolescencia en el ser humano y en el arte sonoro desde las ideas de Günther Anders. Sobre estos planteamientos se profundizó más gracias a la intervención del compositor Adolfo Núñez, quien cambió la perspectiva de la obsolescencia en a la obsolescencia del arte sonoro.
La ponencia fue, sin duda, un comienzo para reflexionar sobre nosotros mismos, el arte sonoro y la relación entre ambos. De igual modo que para muchos supuso un primer acercamiento, claro y estructurado, a estas cuestiones que cada día se encuentran más presentes en el ambiente cultural actual. Para facilitar la comprensión de todo lo expuesto durante la ponencia, se sirvió de algunos ejemplos entre los que podríamos destacar: Water resistance de Claudia González Godoy, Room Tone de Chris Kubick y Anne Walsh y Song No 3 de Cathy van Eck.
Por Elsa Pinto Prieto
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